Anorexia, una Patología al Borde de la Psicosis...
Por el Lic. Domingo Lucero
Consideramos en este contexto a la prevención psicoanalíticamente entendida como un rescate autorreflexivo, una recuperación consciente que deviene en un intento de no repetir aquellas situaciones, que aunque determinadas inconscientemente, pueden concientizarse, para no quedar cristalizadas en la creación de síntomas. Desde este punto de vista planteamos algunas ideas propias de la teoría psicoanalítica, como la “historización de los sujetos”, “hacer consciente lo inconsciente” o “recordar para no repetir”, relacionadas con la idea de prevenir en salud; haciendo la salvedad , que atribuimos al concepto de salud, no solo ver la vida bajo un punto de vista cuantitativo: mas o menos enferma o mas o menos larga, sino pensar el concepto de salud como un estado, una situación que conlleva la mayor reducción posible del riesgo de enfermar.
En general podemos observar que las campañas en los diferentes ámbitos de prevención están cargadas de mensajes restrictivos, en el sentido de que se centran preferentemente en la limitación de lo que no se debe hacer para evitar riesgos, en este aspecto nos aventuramos ha proponer también un espacio para pensar acerca de lo positivo, para lograr un mejor estado de bienestar. A modo de ejemplo queremos mencionar el concepto tan desarrollado de límite, no solo como prohibición sino también como territorio propio o posibilidad.
Tanto en la anorexia, la bulimia y otros trastornos alimentarios, hay consenso, independientemente de la vertiente teórica que se lo aborde, de la incidencia de las características de la relación asimétrica originaria entre el niño, y su escaso bagaje para la subsistencia, y el adulto capaz de sostén y empatía.
Al ser la Anorexia nerviosa una enfermedad característica de la pubertad y adolescencia, en el que uno de los síntomas patognomónicos más importantes es la búsqueda implacable de una delgadez extrema, y sus síntomas más notorios la pérdida progresiva y pronunciada de peso corporal, gran reducción de la ingesta no por falta de apetito sino por resistencia a comer, amenorrea, constipación e hiperactividad; es fácil de diagnosticar; solo que en cada caso no es tan sencillo de rotular la primacía de manifestaciones neuróticas, psicóticas o psicosomáticas.
Los síntomas somáticos en general, son estables y coincidentes en la mayoría de los casos e incluso a través del tiempo.
Desde el punto de vista psicológico coincidimos con Marta Bekei en el sentido en el que la perturbación básica consiste en el trastorno de tres áreas de funcionamiento psíquico, que son las mismas que están dañadas en la bulimia: 1) Trastorno de la imagen corporal; 2) Percepción confusa de los estímulos que surgen del cuerpo; 3) Sensación de ineficacia paralizante.
Como se desprende de lo dicho estos trastornos desde lo psíquico, remiten a una falla de la relación temprana adulto-niño, que es el momento evolutivo en el que adquiere especial importancia la estructuración del yo, o lo que es lo mismo, la subjetividad humana.
Según las concepciones psicopatológicas con un cierto grado de culpabilización por lo no hecho, un adulto con falta de empatía no responde adecuadamente a las incipientes señales del niño, dándole de comer, cambiándolo o levantándolo en brazos cuando tiene ganas o se le ocurre, suprimiendo así las expresiones tempranas de las necesidades de la criatura, que finalmente abandonará sus intentos de comunicación, no aprendiendo a reconocer de este modo sus propias señales y termina rigiéndose por estímulos que vienen de afuera y adquiere un “si mismo” mimético y falso; que lo hace vulnerable a las exigencias externas, como consecuencia de la anulación o escisión de sus señales internas que le hubiesen permitido la diferenciación. En este caso teóricamente se podría decir que los mecanismos primitivos como la escisión y la identificación proyectiva son instrumentados como defensa ante la angustia y no como medios para la comunicación.
Otra consecuencia de la anulación defensiva de las señales internas es la distorsión de la imagen corporal, de la auto imagen interna, que se estructura no solo en base a los estímulos internos, sino también en base a las respuestas externas del adulto continente.
En la pubertad, por ser un momento de cambios importantes tanto internos como externos, los jóvenes quedan expuestos a cambios que no controlan y, seguramente si sus cimientos emocionales, no contaron con las herramientas suficientes, se sentirán con una mayor ineficacia para controlar los mismos; haciéndose más vulnerables a las demandas de perfección y aprobación externa; propias de una cultura que es también atravesada por las variables históricos sociales, que todos conocemos como idealizaciones de aspectos parciales.
A modo de conclusión de lo expuesto consideramos la importancia y consecuentemente la dificultad, para implementar medidas de prevención, para evitar daños en lugar de reparar los efectos, en las personas que pueden ser pasibles de ser afectadas por patologías o trastornos alimentarios como la Anorexia Nerviosa y Bulimia.
Debemos comenzar por considerar cuales son las actitudes que favorecen un adecuado desarrollo del psiquismo y cuales las que lo inhiben, cuales son las que se recomiendan y cuales es conveniente evitar.
En un primer término nos parece indispensable mencionar que, solo sobre la base de una relación emocional estable y gratificante, entre el niño y el adulto sostén, puede formarse un niño sano, alegre, equilibrado y capaz de gozar plenamente de sus capacidades.
Las medidas alimentarías, higiénicas y educativas que la familia tome, deben adaptarse siempre al grado de maduración correspondiente a las diversas fases del desarrollo infantil.
Una equilibrada relación adulto niño y un ámbito familiar continente, son condiciones necesarias para las primeras fases de la vida infantil, siendo esta condición centrada más que en el conocimiento teórico de los períodos o fases de desarrollo, en el reconocimiento de la importancia que el AMOR interpersonal, genera en el desarrollo psíquico, que como sabemos, es la base sobre la que se desarrolla el sentimiento de confianza en si mismo.
Cabe señalar que es posible inferir en los cuadros psicopatológicos, como la Anorexia y la Bulimia , vínculos interpersonales caracterizados por sentimientos hostiles sobre compensados en los que las necesidades del niño no son consideradas como parte importante y determinante en el tono emocional del vínculo.
La constitución de equipos interdisciplinarios que actúen como reguladores y promotores de un clima propicio para el desarrollo de una relación lo suficientemente buena es un aspecto a tener en cuenta siempre.
El promover la necesidad de la madre de contar con un apoyo emocional externo tanto durante el embarazo, como luego del nacimiento, es una de las medidas que creemos controla la ansiedad en exceso, como factor de riesgo.
Las apreciaciones precedentes son solamente algunas de las posibles condiciones a tener en cuenta en la psicoprofilaxis de trastornos alimentarios.
En un principio parecen sencillas y simples cuando alguien las comenta, pero creemos que el verdadero problema se presenta, cuando hay que trabajar en cuanto a como y donde llevarlo a cabo, puesto que aquí también aparecen los factores histórico-sociales que dejan huellas en la subjetividad de los encargados de aplicar los planes de salud comunitarios, en lo que hace a los puntos de urgencia, ya hay problemas urgentes que resolver y hay que atender a las patologías ya declaradas; siendo la prevención primaria no solamente en estas patologías, sino en la salud en general; dejadas de lado o para discusiones teóricas y académicas, que se encuentran distanciadas de la aplicación concreta en terreno.